jueves, noviembre 30, 2006
MI ABUELO
Mi abuelo se ha muerto. Tenía 85 años, ya era mayor. Con él no pudo ni la guerra, ni el cáncer, ni la fibrosis ni ninguna de las múltiples enfermedades que ha ido teniendo y que se iban amontonando dentro de su cuerpo frágil y pequeñito… A mi abuelo se lo llevó el tiempo y si la vida nos prepara para la muerte quizá por eso él eligió ser relojero. Elegir. A mi abuelo le quitaron un sueño. Era de un pequeño pueblo extremeño y un gran estudiante amante del conocimiento, también era pobre y el hijo mayor de una familia sin padre… pero los hijos del alcalde eran hijos del alcalde y eso pesó más que el talento. No pudo estudiar en la escuela ni hacer una carrera, pero mi abuelo era de los que más sabían, de los que más hablaban y de esos hombres que te hacen preguntas incómodas sobre la fe, la moralidad y demás cuestiones humanistas, porque él, además de ferviente católico y convencido comunista (sin olvidar que tocó la batería en un grupo de música), era un humanista, un filósofo con sus paradoja, por eso al final, cuando ya se moría, no pidió un cura, lo que los más convencidos ateos habían pedido al final del camino él no lo pidió. ¿Qué descubrió al final?¿ Que Dios no existe o más bien que Dios está en todo? No tengo ni idea, porque mi abuelo contaba muchas cosas, pero a su vez siempre fue un gran misterio. Mi abuelo era tremendo. Cuando me reñía me hablaba del hundimiento del imperio romano consecuencia de la depravación y el exceso, el ocio le era inmoral. Tenía miles de cartoncillos a los que pegaba papeles cuadriculados donde escribía desde listas de las cosas que debía hacer en el huerto hasta poesías, reflexiones y algunos pensamientos. Nunca los leí, quizá ahora sea el momento. Siempre contaba los mismos chistes y prefería hablar a escuchar. He dicho que le quitaron un sueño, pero jamás fue un fracasado, porque eligió su vida, vivió acorde con sus contradicciones, jamás dejó de trabajar, de interesarse por los libros, por el hombre ni por los misterios del alma. Y tuvo a mi abuela que le dedicó toda la vida y lo ha cuidado, y ha sido por, para y gracias a ella que aguantó todos estos años. Mi abuela, la más fuerte, ahora llora, ya no tiene a quien aguantar. Mi abuelo jamás quiso abandonar este mundo, por eso solo el tiempo pudo con él. No fue casualidad que eligiera arreglar relojes… como él me dijo más de una vez “el azar (o la casualidad) es el nombre que algunos le dan a la providencia”
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